Atendía con paciencia a todos los medios de comunicación que la llamaban para comentar el fin de un periplo judicial que comenzó hace 18 años con una sentencia favorable que luego se volvió contra ellos. A todos les contaba lo mismo: se sienten "humillados" por haber aceptado la indemnización y haber "traicionado" a su hijo. "¿Cómo voy a salir a la calle y levantar la cabeza?", comentaba Juana Ortega, preocupada por lo que pudieran decir sus vecinos y conocidos. Cuenta que teme que le digan algo como: "Ya te has puesto las botas, ahora a vivir". A lo que respondería indignada: "Señora, véngase a vivir aquí con mi hijo y se queda los cuartos. Tendrá que quemarlos, porque no te puedes ir ni de vacaciones".
El padre se une a la conversación y confirma lo que dice Juana Ortega. "Las noches que tiene dolores, olvídate de dormir", comenta. "Es como un bebé que no puede decir lo que le pasa, y le cambias de postura, le limpias...", explica Antonio Meño. El padre tampoco está satisfecho con la indemnización: "No estoy conforme. Teníamos que haber seguido luchando".
El abogado de la familia aconsejó al matrimonio que aceptara el acuerdo. También lo hicieron los hijos, quienes, según los padres, creen que ya han luchado suficiente. Reabrir el caso podría suponer un nuevo periplo judicial de hasta 10 años. Antonio Meño padre contaba que el letrado les aseguró que un nuevo juicio podría acabar otra vez en condena en costas para la familia.
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